domingo, 11 de abril de 2010

¿Se puede administrar a las personas?


Yo no se que cara se le quedaría al humano que acostumbrado a cazar osos, mamuts o cualquier otra especie de animal, y que pasaba días detrás de ellos con peligro de su vida, y que necesitaba imperiosamente volver a su choza o cueva con el trofeo de caza, para así alimentar a su prole, no se que cara se le quedaría repito cuando viera a su vecino de la tribu de al lado echar unas semillas en el campo y tras unos meses viera convertido en toda una cosecha aquel trozo de tierra donde antes no había nada más que piedras y tierra.
Pensaría con acierto, “este señor echando unos granitos en la tierra obtiene 50 veces más comida que yo y encima no tiene que enfrentarse a los colmillos del mamut”.

De la misma manera cuando nuestro amigo agricultor de antes viera como su trabajo no rendía igual que el del espabilado que rotura sus campos con un tractor, quizás sería capaz de vender a su mula para comprarse otro tractor como el de su vecino.

Está claro que el rendimiento en el trabajo se obtiene no sólo por las horas que seamos capaces de aportar con nuestro esfuerzo, sino por el talento que seamos capaces de desarrollar.

El denominador común en todos estos casos fue el ingenio del hombre. Su mente que azuzada por la necesidad de ser más eficaz para dar de comer cada vez a mas personas con menos esfuerzo. Ahora bien también es cierto que en la historia de la humanidad hemos asistido muchas veces al espectáculo del hombre aprovechándose de otros hombres, donde el ingenio también ha operado en el sentido del abuso, de la estrategia del dominio sobre el más débil.
Fue en la era industrial donde quizás alcanzó su máximo esplendor la esclavitud y sometimiento de unos seres humanos por otros para su propio beneficio.
Hoy en día las empresas que tienen por estrategia tratar a las personas como un elemento más del activo, cosificando así su figura, igualándola a una maquinaria más que debe prestar el más alto rendimiento en función del tiempo está a mi juicio un tanto desfasada y peor aún, no es operativa. Alguien dijo una vez que sólo se pueden administrar las cosas, es decir, los documentos, las muebles, las máquinas, las estructuras materiales en definitiva. Además es conveniente saber administrar estos recursos. Sin recursos bien alineados que doten a la empresa de la estructura necesaria para acometer su función invalida automáticamente la ejecución de las tareas. Sin embargo, las personas se lideran, se motivan, se confía en ellas, lo que hace un buen director con su equipo es además de pagar a su gente bien, tratarles con respeto y dignidad, escuchar sus ideas, es ser capaz de extraer el talento de cada persona a favor del cometido y misión de la empresa.

No estoy diciendo que no se evalúe el trabajo de cada persona, estoy diciendo que si nos centramos exclusivamente en las reglas, procedimientos y el control de las personas como si fueran parte de la maquinaria, estamos favoreciendo el victimismo, sembrando la desconfianza, aburriendo al personal y lo que es peor estaremos favoreciendo que nuestras personas de talento huyan despavoridas de nuestra compañía.

Es en la confianza de las personas donde se gesta el talento, el ingenio, lo que ahora en la era del conocimiento se valora como el mejor y más valioso activo. Si el jefe no es capaz de generar esa atmósfera de compromiso y entrega es que no es un buen líder, quizás si un buen administrador, pero no nos olvidemos a las personas ya lo hemos dicho no se las administra, entre otras cosas porque es imposible.

Mario Fernández Román,

Los Molinos, 15 de febrero de 2010

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